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Una apuesta segura: morir

Cementerio de Comillas, Cantabria. Una apuesta segura: morir. Cotidianas. Blog Clara Colorín Colorado
Cementerio de Comillas, Cantabria.

A medida que te haces mayor aprendes lecciones que jamás imaginaste. No me refiero al dominio de la olla exprés ni del de hablar sobre nada para rellenar el tiempo de ascensor con el vecino, sino a morir. Con todo el dolor comenzamos a despedirnos de seres queridos. Algunos se van de repente, sin previo aviso, por alguna enfermedad o accidente. A otros los entierran los años, un cuerpo que comienza a fallar y acaba por lo más nimio, por ejemplo una obstrucción intestinal. Lo cierto es que comenzamos a morir desde que nacemos y sin embargo nunca nos preparan para ello. Morir es la letra pequeña de la vida que no leemos, el final de un libro que somos nosotros.

Un jarro de agua fría

La noticia se recibe como un un golpe seco, un peso enorme que te oprime e impide respirar, como algo que te absorbe la energía y te deja K.O. Es un meteorito que te pone el cuerpo del revés. Sientes el estómago en la cabeza. En algunos casos se digiere con los años cuando algún recuerdo te asalta y te das cuenta de que esa persona ya no está. Los más dotados tragan saliva, respiran hondo y se dicen “vivió intensamente y fue feliz” aunque esto les queme por dentro como si fuera lava. Inteligencia emocional. Se reciba como se reciba siempre es una mierda, nos gustaría que fueran eternos. ¿Y los que se quedan? Tienen que aprender a vivir sin su mitad. Una operación a corazón abierto sin anestesia.

Hace unos días me despedí de mi abuela manchega a través de un mensaje que sé que en el tiempo que le quedaba no le ha llegado. Pero con una sobredosis de morfina que la llevaba a un lugar que desconozco y estando a más de 7000km de distancia no había muchas más opciones. El año pasado dije adiós a mi amiga Marisa, que tras una lucha encarnizada se fue por un cáncer que la devoró. Y unos años antes se marchó mi abuelo, el que tanto mi familia como yo pensábamos que era inmortal. Le gustaba tanto vivir que se dijo “yo me quedo hasta el final” y se aferró a la vida como no he visto a nadie. Las tres han sido muertes anunciadas, una agonía, y aún así no he sabido despedirme. Lo único que creo haber hecho bien ha sido disfrutarlos. Bolillas de anís, gin-tonics, risas y un sinfín de historias es lo que me quedo. Una caja de recuerdos llena de amor.

“Bailemos lento, soñemos siempre, amemos mucho y seamos valientes”

Morir es la única verdad absoluta que manejamos. Va a pasar sí o sí. De manera que al menos hasta que llegue ese momento como dice Lucía Be “bailemos lento, soñemos siempre, amemos mucho y seamos valientes”. Que alguna vez alguien pueda echar mano de su inteligencia emocional y decirse “vivió intensamente y fue feliz”. 

4 comentarios en «Una apuesta segura: morir»

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