Vivir es fácil con los ojos cerrados

"Vivir es fácil con los ojos cerrados,
malinterpretando todo lo que ves.
Se vuelve más difícil ser alguien,
pero todo sale bien.
A mí no me importa mucho."

Strawberry Fields Forever. The Beatles

Recuerdo como si fuera ayer el vuelo Ek 144. Huía de España y me lanzaba a mi nueva vida sin paracaídas. Podría haber postergado un par de días mi viaje pero cómo vas a ir a una boda a la que nunca te tuvieron que invitar. Los amigos dejan de serlo cuando demuestran que ya no tienen nada que contarse, olvidan los momentos épicos que compartieron, sólo se escriben bajo la excusa de la Navidad o del cumpleaños y ya no saben si eres de whisky-cola o de gin-tonic. Él había dejado de ser mi amigo hacía mucho tiempo, de manera que mientras él daba el sí quiero yo me embarcaba en mi nueva gran aventura. Por delante tenía siete horas de avión hasta llegar a mi nuevo hogar: Jorge.

Durante ese tiempo en el aire atravesando nubes y husos horarios vi películas. Enredé con las opciones que ofrece ICE. Miré por la ventanilla infinitas veces. Y por aburrimiento y nervios, comí cuanto me pusieron hasta que llegó el momento del desayuno. Entonces, una encantadora azafata me hizo entrega de una bandeja milimétricamente ordenada y protegida. Fui descubriendo cada plato como un niño abre regalos el seis de enero. Un croissant con un sobre de mermelada, ¡oooooh!. Fruta fresca, ¡oooooh!. Tortilla de espinacas, croquetas aplastadas y frijoles, ¿EH?. No sólo no me lo comí sino que tardé mucho en olvidar ese desamor. Hoy, casi cuatro años después echo de menos ese desayuno, no porque haya hecho las paces con los frijoles, sino porque desayunar a esas horas intempestivas algo tan rocambolesco va irremediablemente unido a volar. La libertad de coger un avión que me teletransporte a cualquier parte del mundo parece ahora ciencia ficción.

Otro regalo de David Trueba

Desde hace un año vivimos embadurnados de gel hidro alcohólico, tapados con mascarilla y recubiertos de nostalgia. Se nos escapan más suspiros de los que nos gustarían. Vivir se ha vuelto complicado. 2020 quiso ser recordado, y se empeñó tanto en ello que 2021 no parece ni más ni menos que su despiadado hermano gemelo. Echo de menos ese mundo sin fronteras y protocolos sanitarios. También ese ápice de vanidad que nos permitíamos, y por supuesto todo lo superfluo. En 2013 David Trueba lanzó su película Vivir es fácil con los ojos cerrados. Inspirada en la historia del profesor de inglés y fan incondicional de The Beatles, Juan Carrión Gañán. El film cuenta las peripecias del viaje de Juan para conocer a John Lenon, que a finales del verano de 1966 se encontraba en Almería rodando Cómo gané la guerra. 

Vivir es fácil con los ojos cerrados es un trocito de la letra de la canción Strawberry fields forever que allí compuso Lennon. Una mezcla de los recuerdos de su infancia unidos a la crisis existencial y personal que atravesaba. La versión de Trueba es una historia llena de luz y sueños imposibles con dosis de humor y valentía para alcanzarlos. Juan Carrión enseñaba inglés a través de las letras de las canciones de The Beatles. El problema que encontraba es que los discos no incluían las letras, de manera que tenía que armarse de paciencia y oído para sacarlas. La gran odisea de Juan fue viajar hasta Almería para entrevistarse con Lennon y pedirle que por favor incluyeran las letras. Lo consiguió. La película recibió buenas críticas. Sin embargo, lejos de la sensación de felicidad, en palabras de David Trueba era: “…el de enganche a la vida, de ganas de hacer cosas, de no tirar la toalla y de pelear contra las dificultades.” Al mal tiempo, buena cara. También a este 2021 y, si me apuras, a esos frijoles con los que te encuentras al amanecer surcando las nubes.