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Ese saber estar

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Imagen de la película Cuatro bodas y un funeral. Ese saber estar y la palabra AMIGA. Clara Colorín Colorado.
Imagen de la icónica película “Cuatro bodas y un funeral”

En diciembre de 2010 Jonás Trueba estrenó “Todas las canciones hablan de mí” donde narra la historia de Ramiro Lastra, un chico que no consigue olvidar a su ex. Y me imagino al espectador solitario entrando ese día en la sala de cine acompañado por su combo de palomitas y su Coca Cola de medio litro pensando “esta película habla de mí, no cabe duda”. Luego, quizá, tan sólo quizá, le pareció que Ramiro era la personificación de una estación de autobuses, esa falta de luz que aflige y hace hibernar a la serotonina hasta la primavera. Más Lastre que Lastra. Lo mismo que si a Ferran Adrià su mujer le prepara una sopa de sobre. Qué importa si el aperitivo lo había preparado él con una lata de mejillones en escabeche, a la vida hay que echarle magia más allá del polvo de estrellas que contiene el sobre. Actitud. Lo que nos representa, por unanimidad, son los horóscopos. Un devenir cósmico en el que estamos exentos de responsabilidad y con una buena suerte cíclica. Ese ascenso económico que se está mascando para acuario y el amor a la vuelta de la esquina para escorpio. Virgo dirá que esto son tonterías…No vayáis de intelectuales, vamos a hacer terapia de grupo. Queremos sentir que el universo nos debe algo. Es una adicción similar a la de abrir regalos, incluso cuando no aciertan queremos más. Os confieso que un día, durante cinco minutos, quise ser escritora de oráculos. No sé si es una profesión pero sólo de imaginarlo me parece una maravilla. Me pone nerviosa la cantidad de gente que me leería, o mejor aún, que me estudiaría como si después fueran a hacer un comentario de texto (es mi sueño oculto). Pero lo que me parecería grandioso es tener la posibilidad de escribirle a la gente algo positivo con lo que obsesionarse hasta medio cumplirse. Ser la profeta del monje samurai y sacarle brillo a esa fuerza interior que nos empuja aún sin ser conscientes. Hablar mal de otros lo puede hacer cualquiera pero sacar luz, no. Forma parte de saber estar, de un querer bien.

AMIGA

Hace poco regresamos a uno de esos eventos en los que te disfrazas de elegante para empinar el codo y bailar con gente de todas las edades. Nos han vendido que tiene que ser el mejor día de la vida para los novios. Y tiene que ser así porque alguien insistió mucho que el día del bodorrio debía ser el más feliz de su existencia. Una auténtica lástima para los días venideros y una injusticia para el primer beso. Jodida sentencia social. El caso es que hay tres formas de llegar a una boda: con muchas ganas, por compromiso y haciendo una entrada triunfal digna del sí quiero. Ese día hubo una invitada que destacó y no porque hubiera llegado tarde tirando de una maleta sino por su saber estar. A pesar de que estaba nerviosa, de que se le había derramado el agua micelar sobre el maquillaje y decía que el examen no le había salido bien se metió al público en el bolsillo y marcó gol al más puro estilo Real Madrid en Champions cuando se acercó con los ojos llenos de entusiasmo y preguntó “¿qué tal?”. Ella hablaba con la misma confianza que si os vierais a menudo, que es la mejor de las confianzas, la misma que cuando el cortador de jamón se ha quedado con tu nombre y te reserva plato. Había ejercido de confesionario del novio, de abogada cuando le despellejaban para reprenderle en privado. Ella por su amigo mataba igual que lo haría Vito Corleone o Belén Esteban por los suyos. Estaba en las fotos malas y buenas del power point. AMIGA en mayúsculas. Además, su épico viaje hasta el enlace resplandecía aún más en esta reunión más propia de La Casa de Papel. En este mundo de conexiones raras la foto final fue una ilusión, un intento de regresar a fotos icónicas del pasado. Pero un intento que no duró ni un story de instagram. Ya no eran ese gesto que el fotógrafo inmortalizó tiempo atrás. Y os diré algo más, cuando alguien te dice que no te imaginas lo que te quiere es que algo no anda bien. Ese día hasta el cielo se conjuró para que no nos abrazáramos tras el sí quiero.

El “¿qué tal?” como parte de ese saber estar

Últimamente me ocurre que la gente me cuenta su vida, me habla de sus pasiones nuevas y al final, cuando sienten que las palabras alcanzan una parte honda de su persona, me dicen casi en secreto que lo han pasado mal, que todavía no han superado lo que ha ocurrido, que están tristes y que a veces se sienten perdidos y solos. Durante unos momentos se desahogan sin ese filtro que obliga a no mostrar debilidad, a que la vida vaya con viento de popa y a toda vela. Se ha divulgado una idea de la felicidad similar al servicio de Amazon. Siete días a la semana, veinticuatro horas al día y con ofertas puntuales y no es así. Se puede estar triste o normal. Qué maravilloso sería poder responder “estoy normal” sin que alguien pensase que tienes una enfermedad terminal. Por cierto, se me olvidaba lo más importante, para que todo esto ocurra alguien te tiene que haber preguntado previamente “¿cómo estás?” y con ganas, como si le importaras. Es una pregunta fácil, asequible para todos los bolsillos. Es una especie de barrita energética que aunque no arregle el problema hace que el destino sea menos pesado. Y ya puedes llegar a Ítaca, al Monte del Destino y si hace falta incluso a Marina D´Or. Está al alcance de todos, basta con preguntar ¿QUÉ TAL/CÓMO ESTÁS?. Un Winwardum Leviosa que permite levitar al más insignificante de nosotros y dice mucho de saber estar, de esa AMIGA. Puede que todas las canciones no hablen de nosotros, ni que debamos depositar todas nuestras esperanzas en el horóscopo pero no olvidéis que somos seres sociales, átomos que por separado somos inestables pero que juntos construimos el universo, aunque a veces seamos un poco más Lastre que Lastra. La primera edición del Ulises también estaba llena de erratas.

 Mi querido piscis, también esto pasará.

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4 comentarios en «Ese saber estar»

  1. Jorge Álvarez-Campana Camiña

    Muy buenas reflexiones, pero no hay que perder de vista lo verdaderamente importante en relación al saber estar….hay que saber estar, sobre todo, en todas las bodas que se pueda! De boda en boda y tiro porque me flipa 😉

  2. Odio mucho perderme tus posts (y en especial este) porque WordPress tiene un conjuro contra mí. Una amiga en mayúsculas es la que mueve cielo y tierra para venir a un día tan especial en tu vida (aunque nos hayan vendido que tiene que ser el día más importante de tu vida). Pero que no solo celebra tus mejores momentos, sino que también está ahí para apoyarte en los malos.

¡Comparte tu opinión! Me encantará leerla.

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