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La belleza más inimitable

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La belleza más inimitable. Blog Cotidianas. Clara Colorín Colorado
Bruja Malvada de Blancanieves 1937, Walt Disney.

La historia de la belleza se remonta al momento en el que la humanidad fue consciente de sus diferencias físicas. Nos sentíamos más atraídos hacia unas características que hacia otras e instintivamente las buscábamos. En conclusión y simplificando mucho el “bla bla bla”, queríamos descendientes mejores. Indirectamente, más guapos. Esto se traducía en elegir a alguien sin taras y con un carácter que de una forma u otra le hiciera imponerse como el más fuerte. Y hasta ahí bien, porque supuso una mejora exponencial de la especie. Pero en 1937 Walt Disney riza el rizo con su Blancanieves. Cuando la bellísima e insegura Reina Malvada necesita preguntarle a su Espejo Mágico “quién es la más hermosa del Reino”. Y la pobre mujer, que como si no tuviera suficiente con convocar regularmente al Espejo y haber tenido que vender su alma para congelar su lindura, recibe la peor de las respuestas.

“Bellísima eres, Majestad, pero existe otra más bella. Una criatura que aun cubierta de harapos es más linda que una estrella. Ni tú sobrepasas su hermosura”. La Reina, presa de la rabia y la locura, grita, maldice y exige “¡Desdichada!, ¿Quién es ella?, ¡Su nombre, dilo ya!” a lo que el espejo le responde a modo de adivinanza “Cual carmín sus labios son, su cabello negro de ébano y cual nieve su piel es”. Fue tan grande la clarividencia que al instante ella enunció: “BLANCANIEVES”.

“Feos, el 26 se acabó la fiesta”

A estas alturas, mis ávidos lectores, os estaréis preguntando a qué viene esto. Fácil, desde el 26 de junio en España se puede ir sin mascarilla en espacios al aire libre. Esa que nos ha protegido y cubierto la mitad de la cara durante un año nos deja ahora a la intemperie de los rayos de sol, la complicidad de una mueca y el mercado de los pintalabios de nuevo. Celebro la reconquista de esta libertad pero me llama la atención la cantidad de memes que se han lanzado del tipo “Feos, el 26 se acabó la fiesta”. Curiosamente, ninguno de los que lo enviaron rozaban la belleza de Jon Kortajarena o Pilar Rubio. Guapos, muy guapos. Tampoco ninguno de ellos se cuestionó nunca el concepto de belleza. Y por supuesto ninguno de estos kamikazes se plantó valiente frente al Espejo Mágico, que en este caso es la autocrítica, para recibir la peor de las respuestas, la cruda realidad: “Estás lejos del canon griego. Ponte las pilas en el gimnasio, deja de peregrinar a la nevera cada treinta minutos e invierte en cremas.” Claro, es que esto no nos gusta.

Del canon griego a la ficción

Desde que la humanidad fue consciente de ella, la belleza ha sido objeto de estudio. El jardín japonés, nuestro armario o las fotografías que colgamos en nuestras redes sociales son buena muestra de ello. A nivel corpóreo la hemos sujeto a modas cambiantes tales como la belleza andrógina de Kate Moss o la imposición de las curvas desorbitadas de las Kardashian. Culos imposibles que compiten con lo ficticio. En los últimos años los jueces han sido diseñadores y fotógrafos que buscaban lo singular, lo atípico e inimitable. Pero mucho antes estuvieron los griegos, quienes dictaron el canon que sin darnos cuenta mantenemos perenne lleguen las modas que lleguen. Una belleza basada en la armonía y en una simetría matemática. Cuerpos fibrosos, cabello abundante y ojos grandes, parafraseando al lobo: “para verte mejor”. Tal fue la fuerza de este dictamen que años después un tal Miguel Ángel creó a su David basándose en proporciones armoniosas que siguen obnubilando cinco siglos después a mujeres y hombres.

La bondad como mejor crema del mercado

Lejos de la perfección griega y de las modas que llegan para no quedarse hay que dar un paso más y hacer repaso de nuestros amores del pasado, de nuestros cuelgues. Eso que los que no tienen que hacer scroll para buscar su fecha de nacimiento llaman “crush”. O mejor aún, del wonderful love que mantenemos al lado. Perder la cabeza por una mirada cálida y envolvente, por una risa que se traduce en música. Un lugar seguro en el que quedarse a vivir. Un gesto involuntario que se repite y encandila. Y algo mucho más fuerte que capitanea todos estos estímulos: el alma y el corazón de la persona que nos hace sentir todo esto. Intangibles que le dotan de autenticidad y de una belleza extraordinaria. Albert Einstein tenía razón cuando dijo “la belleza reside en la mente de quien la contempla”. También expresó esta misma idea Luis Eduardo Aute en su canción La Belleza. Rescato un trocito y dejo link pinchando aquí. 

Reivindico el espejismo
De intentar ser uno mismo
Ese viaje hacia la nada
Que consiste en la certeza
De encontrar en tu mirada
La belleza

Puede que desde el 26 caminemos sin mascarillas y dejemos al desnudo nuestros rostros imperfectos, pero nuestro nivel de bondad será el mismo y ese era el verdadero superpoder y encanto de Blancanieves. Una amabilidad que la hacía insólita y la recubría de belleza ante los ojos de cualquiera. Una que no se maquilla ni se opera ni mucho menos se somete a dietas. Una fuerza todopoderosa que va más allá del botox y un buen ángulo. Una belleza que se transmite a través de nuestras acciones. Una que se ve con o sin mascarilla.

2 comentarios en «La belleza más inimitable»

  1. Jorge Álvarez-Campana Camiña

    Buenas reflexiones. Ojalá todos este año hubiera servido para aumentar los niveles de bondad, generosidad y sentido común de la gente, pero me temo que no. Ni más bellos ni más buenos. Seguiremos luchando!

¡Comparte tu opinión! Me encantará leerla.

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