Esta noche comparto mi tiempo con una mujer interesante, viajada, abierta. Una mujer que se pone el mundo por montera y no se achanta ante nada. Llueve fuera y nos cobijamos en el bar de la esquina. Una taberna que ya sentimos casi como nuestro hogar. Se respira un clima agradable que invita a hablar y a hacer confesiones. Tras unas bromas y una mueca cómplice me lanzo a la entrevista. Hemos venido a jugar. Doble salto con tirabuzón para caer de cabeza en una piscina sin agua. Le he preguntado una nimiedad que creía que formaba parte de la verbena en la que estábamos, pero no. Miss Wichita respira hondo, entorna los ojos hasta ponerlos en blanco buscando clarividencia divina. De repente exhuma a la americana de los años cincuenta que lleva dentro. Ese personaje que luce perlas gigantes de clic y unta emparedados de crema de cacahuete a velocidad de vértigo. La sonrisa de su cara ahora incluye ironía y un poco de crueldad. Me trata por loca, estúpida e ignorante. Es como un gremlin cuando lo mojas. Trato de reconducir la conversación desde la diplomacia buscando el entendimiento con argumentos sencillos que nadie se atrevería a rebatir en su sano juicio. Reitero la idea de en “su sano juicio”. Me responde cabeceando de izquierda a derecha mientras palabrea con belicosidad. Planto mi bandera blanca y dejo que los demonios que lleva dentro se expresen con total libertad.
Exorcizando a Miss Wichita
Miss Wichita baja del techo y para de expulsar algo verde por la boca para articular un discurso del siglo pasado a ratos en arameo, a ratos en inglés. Me dice que la mujer no puede ser lo que quiera, que ella tuvo que aparcar su sueño de ser astronauta para convertirse en Miss Wichita e ir inaugurando supermercados al ritmo que sonreía y se ponía guapa. A través de varias frases consecutivas a las que yo no les encuentro ningún sentido pretende explicarme que la mujer no puede ser sin un hombre en torno al cual gire su vida. Tampoco puede cobrar igual, ni siquiera realizando el mismo puesto de trabajo (“¿Pero cómo puedes equiparar el trabajo de un hombre al de una mujer?”), y por supuesto, si alguna vez su macho la fecunda, no podrá ejercer de padre como ella lo haría de madre porque la naturaleza y una espiritualidad que se saca de la manga crearon a la mujer para eso. A riesgo de hacerle un spoiler le digo que la sociedad ha evolucionado y que ya no es así. Regresa al techo y de nuevo empieza a escupir cosas verdes mientras su cabeza gira y gira. Insiste en que yo no lo puedo entender porque, según ella, no soy espiritual. Decido no compartir con ella mis creencias, no se lo merece, es una espiritual de pacotilla.
“Pido el comodín de la ciencia, esa gran aliada”
La mujer interesante, viajada y abierta se disipa. Los pantalones hippies que lleva son sólo eso, un disfraz de algo que queda cool emular. Uso mi última oportunidad y pido el comodín de la ciencia, esa gran aliada. Comienzo a explicarle el maravilloso papel de una hormona llamada oxitocina durante la crianza. Pero una vez más Miss Wichita saca al diablo que lleva dentro, afila los dientes y me trata de loca mientras insiste en que la mujer es la Luna y el hombre el Sol. Pero claro, debemos partir de que Miss Wichita no cree en la evolución del ser humano como la ciencia ha contado, cree que hay un tipo de conspiración. Ya para cerrar, concluye con la atroz idea de que detrás de un hombre siempre hay una gran mujer. Reviso mi reloj: efectivamente, no son las 22.30 de 1850, seguimos en 2021. Le pregunto si no puede ser al revés y me dice que la mujer nunca va en primera posición. La cabeza me explota así que le pido al camarero agua bendita o lo que es lo mismo, CUATRO tequilas. Esto sólo se soluciona matando neuronas. Con cara de no haber hecho caca en mucho tiempo comienza a beber, se relaja hasta el punto de que incluso quiere invitarme. Contemplo el espécimen como quien observa un rodaballo en la pescadería, con curiosidad y un poco de grima.
Feminazi
Tratando de dar una oportunidad a su intelecto cavernícola trato de vislumbrar una hipótesis diferente, ya que una mujer no puede cortar las alas a su propio sexo, eso sería involución. ¿Será todo esto producto de una conspiración? Quiero decir, que tal vez Miss Wichita sea eso que algunos llaman “feminazi” y que hasta ahora yo no había entendido (¡chan-chán!). “Vayamos por partes”, parafraseando al mítico Jack el destripador: Miss Wichita es el tipo de mujer que adoctrina a la cría mientras invalida a la pareja. Primero obnubilándole, después realizando todas las tareas domésticas hasta el punto de que él desconoce incluso dónde están los vasos de agua. Se ha descubierto en algunas tribus occidentales que hay machos que hasta podrían llegar a morir si su Miss Wichita no está en casa para hacerle la cena. A lo mejor estas mujeres están consiguiendo que el instinto de supervivencia desarrollado a través de millones de años se extinga por la comodidad y la dejadez. Quizá las Miss Wichitas convierten al macho en un ser súper inútil. Siguiendo esta teoría conspiratoria podrían incluso llegar a dominar el mundo. Ahora me cuadra eso de “feminazis”… La miro de nuevo, sonríe relajada conocedora de que su plan para conquistar el mundo sigue adelante. Disfruta de la última gota, de su happy ending.
Algunas aclaraciones
*Lamentablemente basado en hechos reales.
*El personaje de Miss Wichita está inspirado en varias mujeres.
*El feminismo es la búsqueda de la igualdad entre ambos sexos. El origen de la palabra se encuentra en Francia donde se utilizó para designar desde el desprecio a aquellas mujeres que luchaban por sus derechos. Hoy seguimos recogiendo esta herencia. Por desconocimiento la gente suele equiparar feminismo con hembrismo que es la supremacía de la mujer y el desprecio hacia el hombre. Hay que recalcar que ir en contra del feminismo te convierte en machista, de igual manera que escribir “había” sin hache, sin tilde y con uve en ignorante.
Has dicho! Bien clarito
Clarito, clarito, ahora sólo falta que la gente lo lea y lo entienda…
Aplausos!
Gracias Jaime!!!