Hidrógeno, helio, litio…¡bang!
Llevan toda la vida ahí arriba hasta el punto de que no imaginamos un mañana sin ellas. Las estrellas son faros diminutos que emiten una luz que incendia su interior; la ciencia llama a este fenómeno nucleosíntesis estelar. En ellas se cimentan las leyes de la física, la historia del ser humano y hasta el horóscopo. Al principio, comenzamos a utilizarlas para medir los tiempos de las cosechas. Los egipcios miraban a Sirio, una de las que más brillan, con el objetivo de adivinar las crecidas del Nilo. Inundaciones matemáticas y religiosas que convertían las tierras desérticas en fértiles cultivos capaces de abastecer a una de las civilizaciones más avanzadas e importantes de la historia. Más tarde, las estrellas se convirtieron en el primer GPS de los marineros, hasta la mitología se sirvió de ellas en sus relatos. Sin ir más lejos (ni más cerca), recordad que Ulises regresó a Ítaca y a su amada Penélope porque nunca dejó de navegar con la osa mayor a su derecha. Un conjunto celeste capitaneado por Alioth, ciento ocho veces más luminosa que el Sol, la estrella que tiró del carro cuando los días en altamar se volvieron oscuros para el héroe.
Estrellas
Gracias a ellas hemos hecho calendarios, relojes y brújulas. Sus latidos hipnóticos han compuesto algunos de los versos más bellos del castellano y sin embargo apenas sabemos los misterios que encierran. ¿Sabíais que las estrellas azules son las más calientes y las rojas las que comienzan a apagarse? No obstante, lo que más me ha gustado ha sido descubrir que estamos hechos con los mismos ingredientes. Sí, sí, somos carne de estrellas o lo que es lo mismo: carbono, oxígeno, hidrógeno, etc. Partículas diminutas que construyen el infinito y cuanto somos. Y la guinda del pastel, la mayoría de estos cuerpos celestes nacen en pareja y pueden ocurrir miles de cosas, igual que en las relaciones humanas: absorberse la una a la otra, crear un sentimiento de pertenencia como en las constelaciones, generar compañía en los momentos oscuros, ejercer de guía para desorientados aventureros homéricos.
Motivación estelar
Pero la que realmente me parece mágica es cuando una lanza a la otra por toda la galaxia a hipervelocidad. A esto yo lo llamo motivación estelar. Un motor de energía cósmica que incendia y llena de luz. Y entonces ya puedes subir el Everest o tener una motivación para levantarte de la cama cuando no hay ganas. O para los que os aficionásteis a hornear durante la pandemia, una metáfora distinta: ser igual que la levadura, que ensancha la miga y endurece la corteza. Magia para todos los bolsillos. Un poco de física pero sobre todo de química que nos hace palpitar. Hidrógeno, helio, litio…Carne de estrellas a fermentar ¡Big, Bang!
Somos un diminuto punto azul en el Universo
Qué poético lo de ser carne de estrellas! A lo mejor las estrellas también son polvo de humanos 😉
Ojalá y siempre encontrar a la estrella que te lance a hipervelocidad cósmica hacia tus objetivos.
Con las cosas tan bonitas que han escrito Jorge y Mariano y lo bonito que es tu texto… me he quedado sin palabras
Por fin puedo creerme que soy UNA ESTRELLA😍😍😇😇
Ahora ya sabemos por que hay gente que ilumina la vida de los demás… puras estrellas andantes 🤩