Me enamoré de Praga a través de un programa de televisión que se llamaba Destinos de película. Recuerdo a su presentador, Máxim Huerta, hablando de todos los filmes que se habían rodado allí, paseando por las localizaciones y desvelando curiosidades mientras hacía entrevistas. Con sol o con lluvia siempre hay cosas que hacer, su oferta turística no está condicionada al factor buen tiempo. Las opciones van desde pasear por ese laberinto de callejuelas empedradas, hasta pasar horas en uno de sus museos o en una taberna probando cervezas. Viajar a Praga siempre es buena opción.
Cine, historia y un barrio muy especial
Algunas de las películas que se han rodado en Praga han sido: El ilusionista, Casino Royale, Oliver Twist, Misión imposible o Amadeus. Su arquitectura se asemeja a la de otras ciudades europeas. Pero lo más importante es que es más económico rodar allí que en muchas de ellas aunque supuestamente la trama esté situada en otro lugar. Recuerdo una clase de la facultad cuando uno de mis profesores comentaba sobre un anuncio que habían filmado recientemente en Rumanía simulando ser España. Sorprendentemente era más asequible hacerlo allí que en España y los paisajes eran parecidos o al menos daban el pego para lo que necesitaban.
Plaza de Wenceslao
Uno de los lugares más reconocibles de la ciudad es la Plaza de Wenceslao que originariamente se llamaba Plaza de los Caballos. Fue durante el movimiento nacionalista romántico cuando se propusieron darle a la plaza un nombre más ”digno” según los expertos. Este hecho coincide con que en ese momento terminan y ubican la estatua de Wenceslao y es esta la que da nombre al enclave. Dicho lugar se diseñó para celebrar mercados, de ahí su amplitud. Sin embargo, ha pasado a la historia por ser testigo de importantes acontecimientos y manifestaciones. La proclamación de la independencia de Checoslovaquia, marchas contra los nazis y la invasión soviética, la Revolución del Terciopelo…Hoy es centro cultural y financiero, está llena de almacenes y restaurantes, lo que hace que siempre haya gente. En ella están el Gran Hotel Europa (un precioso edificio Art Noveau) y el Museo Nacional, donde se rodaron Casino Royale y Misión Imposible.
Puente de Carlos
El famoso Puente de Carlos que atraviesa el Moldava fue durante años la única conexión entre la vieja y la nueva ciudad. Todavía hoy mantiene su herencia medieval, una de las torres góticas más importantes del mundo y treinta estatuas barrocas que nunca están solas porque el puente siempre está abarrotado de gente.
Barrio de Hradcany
Coronado por el castillo y las torres de la Catedral de San Vito se alza el barrio de Hradcany. La gran cantidad de palacetes, iglesias, monasterios y rincones con encanto hacen de Hradcany uno de los barrios más bonitos de la ciudad. También su skyline más característico. La visita al castillo incluye la catedral, la Torre Daliborka que servía como prisión y el Callejón del Oro. Dicho callejón fue construido inicialmente para los guardias del emperador. Más tarde fue ocupado por huéspedes más curiosos. Alquimistas y orfebres intentaron convertir el hierro en oro, encontrar la piedra filosofal y el elixir de la vida. Casi na´. Pero han sido Kafka y el Nobel Jaroslav Steifert los residentes que realmente han popularizado el callejón, tanto es así que se ha convertido en un lugar asfixiante. Pasear por él se traduce en esquivar palos selfies y oleadas de turistas que deciden también viajar a Praga. Si Kafka levantara la cabeza…Lo mejor del barrio al final es perderse y disfrutar de las vistas.
Un paseo literario
Una de las cosas que más me gustó de esta ciudad es que parece recién sacada de un cuento. Es imposible no padecer el síndrome de Stendhal en ella. Pero lejos de esta imagen idílica si hiciéramos un paseo literario por la ciudad se tornaría bastante oscura. Sí, los escritores checos se caracterizaron por temas como la opresión, el miedo, el gueto judío y la angustia. Retrataron a la ciudad como grotesca y esperpéntica. Los más optimistas dijeron “mágica” y Kafka la definió como “cielo sobre callejuelas”. Resumen perfecto de la idiosincrasia y la forma en que ha sido vista en la literatura.
Tradición vitícola
La fama de la cerveza checa suele eclipsar cualquier otra bebida que se produzca en el país, pero como wine lover tenía que probar su vino. Había leído que la República Checa posee gran tradición vitícola y que la calidad de sus caldos es buena. La principal zona de viñedos se sitúa en la región de Moravia. En uno de sus pueblos, Znojmo, a unos 200km de Praga, ofrecen un servicio llamado Vinobus. Consiste en una ruta por las diferentes bodegas y viñedos de la zona. Los paisajes son espectaculares y obviamente el mes de septiembre es el mejor para realizarlo ya que se lleva a cabo la vendimia. En torno a ella celebran festivales con música, gastronomía de la zona y cómo no, degustación de vinos.
Música
Es de sobra conocida la rica e interesante tradición musical de Praga aunque la gente ignora los motivos así que vamos allá. Su arraigo comenzó con la anexión de Bohemia a Austria. Esto se tradujo en una vuelta al catolicismo y de ahí el auge de la música sacra. También se puso en práctica una ley extraordinaria que obligaba a los maestros de cada villa a componer, ensayar y representar una misa al año. Esto, sumado a que la aristocracia checa prefería quedarse para disfrutar de la música en Praga antes que viajar a Viena, propició que la música se convirtiera allí en algo tan importante como vital. Mozart la eligió para presentar Don Giovanni . Se sentía tan cómodo allí que llegó a declarar que sus praguenses le comprendían (a diferencia de los vieneses). Aunque ahora suene raro Mozart representaba lo nuevo, era algo así como la Rosalía de nuestra época. Otro dato musical curioso, en el primer viaje a la luna en el Apolo XI con Aldrin y Armstrong, la música que sonó fue compuesta por el checo Antonin Dvorak, Sinfonía del Nuevo Mundo.
Dancing House
La Dancing House, diseñada por el checo-croata Vlado Milunić y Frank Gehry , fue un proyecto polémico en su día ya que difiere en gran medida de los edificios Art Noveau, barrocos y góticos de la zona. Los praguenses se opusieron fuertemente a él. Chirriaba con la línea arquitectónica de la ciudad, pero el proyecto salió adelante gracias al apoyo activo del presidente checo Václav Havel. La Dancing House está inspirada en los bailarines Fred Astaire y Ginger Rogers. Inolvidable pareja que realizó un montón de películas juntos desde los años 30 hasta 1949. Hoy día es centro de actividad cultural.
Siento que viajar a Praga es casi una actividad mindfulness. Es disfrutar de sus calles, de la historia que encierra cada uno de sus rincones, de sus tabernas como si el tiempo no pasara. Pararse a contemplar las fachadas de sus casas. Degustar hasta engullir su versión de la apple pie que es la apple strudle (mucho mejor) con nata. Impregnarse de su palpitante vida cultural. Tomar codillo… En otras palabras, de dejarse llevar y vivir Praga. La morriña es el sentimiento posterior al viaje.
Recomendaciones:
- La experiencia de un baño en cerveza, literal, un beer spa.
- Acudir a uno de sus teatros para ver un ballet, una ópera…lo que sea, te va a gustar y hay opciones para todos los bolsillos.
- Dejarse caer por sus tabernas sin mirar el reloj. La noche es joven y comienza pronto.
- Subir al Ayuntamiento para contemplar una de las mejores vistas de la ciudad.
- Disfrutar de una copa de vino en uno de los barcos que surcan el Moldava.