En 2011 las empresas comenzaron a asomarse al apasionante mundo de las redes sociales. Una interacción real, descuentos promocionales y concursos nunca antes vistos que llegaron a desbancar la manida, todopoderosa y aspiracional frase “el cliente siempre tiene la razón” de El Corte Inglés. Ese mismo año gané un premio en redes sociales. La empresa de viajes Pullmantur regalaba diez viajes para dos personas a uno de los resorts con los que trabajaba en Punta Cana. Pensión completa durante una semana. Lo único que tenía que hacer era escribir una frase ingeniosa argumentando por qué debían darme a mí el premio.
Vi lo que escribieron otros en el muro de Facebook y no me costó superarlo. A las dos de la madrugada daban a conocer los ganadores. Sin saber el resultado me acosté sabiendo que había ganado. A las dos y cuarto ansiosa por corroborar mi corazonada abrí el ordenador para verlo con mis propios ojos. Dos días más tarde estaba en el aeropuerto con el resto de concursantes premiados. Ninguno podíamos creer lo que había pasado. Insisto, un viaje a Punta Cana con pensión completa en un resort por un comentario ingenioso. Inconcebible.
Sobrevolamos la meseta castellana con el chiste fácil de que nos llevaban engañados a Castellón que por aquel entonces inauguraba su aeropuerto. La fiebre de la construcción española obsequiaba a la Comunidad Valenciana con un nuevo aeródromo. Ocho horas más tarde llegábamos a nuestro prometido resort en Punta Cana a bordo de un avión Jumbo. Durante una semana llevamos ese tipo de pulsera que te acredita a tener barra libre y comida las veinticuatro horas del día en cualquiera de los restaurantes del resort. Esa sí que era una pulsera que te daba libertad. El hotel también nos asignaba a una persona a nuestra disposición las veinticuatro horas del día. Esa persona debía ofrecernos excursiones y asistencia en el caso de que ocurriera un problema. Era algo así como nuestra niñera.
Elegimos resort como animal de compañía
Podría hablar de playas tropicales, de cómo lo que me ocurrió en Isla Saona cambió el curso de mis días en el resort e incluso podría ir más atrás y comentar la homérica tragicomedia que supuso recuperar mi pasaporte para embarcar en Madrid o cómo ningún miembro de mi familia se creyó que me había tocado un premio así. Cualquiera de estas hazañas me supuso una aventura mayor y más memorable que la pulsera del resort. En este tipo de hoteles todo es tan fácil que aburre. En marzo de este año con las ilusiones por los suelos a causa de un virus que estaba por todas partes salimos de Dubai para irnos de resort a los emiratos de Fujairah y Ras Al Khaimah. Elegimos resort como animal de compañía en el Scattergories de la vida. Un agujero negro a Marina d´Or.
CONTINUARÁ…
cada resort tiene su momento
y su personaje, ya verás la siguiente publicación 😉
Pero, es verdad que te toco el premio a Punta Cana?
SIIIIIIIIIIIIIIII 🙂