Aterrizo en la ciudad de Peter Pan, el té a las cinco, Freddie Mercury y mi hermano Jaime, quien lleva viviendo aquí los últimos cuatro años. Él es el motivo por el que Londres es uno de los vuelos que trato de hacer casi cada mes. He volado a esta ciudad más de 60 veces. No siempre por trabajo, también por placer. Conciertos, eventos familiares, partidos de fútbol, musicales…Y nunca me aburro, a pesar de sus días nublados y las miles de horas que el transporte me consume, me encanta esta ciudad. Bienvenidos a un layover en Londres.
Ready, Steady and Go!
First stop
Con el paraguas en la mochila salgo de mi querido Marriott hacia Paddinton Station y de ahí a Notting Hill. 30 minutos bien invertidos en el exprés. Aprovecho que es temprano para dar un paseo sin el ataque homicida de algún palo selfie. Quiero pensar que los turistas siguen bostezando en sus hoteles y que sólo encontraré la fauna típica de Londres. Esa gente mezcla de lo cool, lo vintage y lo clásico. Son como un Breakfast Martini. Sólo aquí podrían combinar ginebra, mermelada de naranja amarga, licor de naranja y zumo de limón. Un invento del Lanesborough Hotel. Salgo de Ladbroke Grove Station y allí estoy, en el hogar de William Thacker, quien describió Notting Hill como una aldea dentro de Londres. Su sitio preferido:
“Hay mercado todos los días con productos de todas partes, del salón de tatuajes sale un borracho preguntándose quién sería Ken. Hay peluquerías extremistas que convierten a todos en el cookie monster…aunque no quieran. Y de repente, el fin de semana aparecen quioscos por Portobello Road hasta Notting Hill Gate y salen miles de personas a comprar antigüedades, algunas legítimas, y otras…no tan legítimas.” Es imposible no enamorarse de un lugar así. Salgo de Notting Hill sin comprar nada a pesar de los innumerables reclamos que me incitan a ello. No comprar no me define por eso lo escribo. Para recordarlo y que mi familia se sienta orgullosa de mí cuando lo lea. Tengo fama de manos rotas.
Second stop
Me adentro en Hyde Park. Aquí han celebrado conciertos grupos como Queen o Rolling Stone. En Speaker Corners, manifestaciones históricas a favor del sufragio femenino o contra la guerra. Hyde Park es un lugar inspirador poblado por ardillas que rezuma historia y comunica Kensington con Buckingham. En mi imaginación infinita fantaseo con que Elizabeth II queda a medio camino con William para tomar el té a eso de las cinco acompañado por unos scones. Salgo del parque y contemplo Buckingham, más o menos a un kilómetro de distancia gracias a las enormes medidas de seguridad que lo rodean. Utilizo mis últimas fuerzas para pasar frente al Big Ben. Tengo la esperanza de volver a verlo sin andamios pero hoy no es ese día. Media hora después llego a Iron Flat en Covent Garden. El paraíso de los carnívoros. Un lugar que huele mejor que las rosas, la tierra mojada, el café por la mañana o un perfume de Hermés.
Third stop
Ya de vuelta a la vida me voy a uno de mis lugares preferidos, Standfords. Una librería maravillosa especializada en viajes. Entre libros, guías y mapas de media paso aquí más de una hora y siempre salgo con una bolsa. No lo puedo evitar. El sonido del teléfono me baja de las nubes y me devuelve a la realidad, es Jaime para avisarme de que se mete en el metro: el subsuelo de Londres. Un lugar sin cobertura que quizá llega hasta el epicentro de la Tierra. Un viaje en el que si rascas en la pared tal vez puedes encontrar esqueletos de dinosaurio e incluso restos del último eslabón. En otras palabras: un ticket bien pagado. Y ocurre, por fin me reencuentro con mi hermano. Tras un súper abrazo y unos besos me propone una exposición. Un nuevo artista que expone en no sé qué sala vanguardista. Un lugar de esos que no te puedes perder porque aunque no seas capaz de memorizar el nombre del creador cuando salgas sabrás que no has visto ni verás nada igual. Es de esas combinaciones de talento y originalidad que se dan en Londres.
Last stop
Tras la exposición nos vamos a por unas pintas. Es lo que nosotros llamamos “la pinta o ´clock” y es parte de nuestro ritual. Por la tarde los bares y tabernas se llenan de afterworkers. Encontrar un lugar libre que colonizar con el codo se convierte en una tarea complicada. Necesitas Dios y ayuda. En el quinto sitio vemos la luz: un bendito espacio libre. Pedimos cervezas diferentes y si es posible que sean marcas que no hayamos probado antes. Explico esto: cuando comencé a volar decidí que quería coleccionar algo que fuese testigo de mis viajes y que no ocupase mucho. Esta idea se tradujo en una aplicación en la que atesoro los datos de las marcas de cerveza y la ubicación donde las tomo. Subo foto y localización. Cuando escribo esto llevo más de 439 cervezas y he hecho check-in en al menos 140 estados o países diferentes.
Después de varias pintas llega nuestro segundo ritual. Nos trasladamos a la pizzería elegida por Jaime tras una exhaustiva labor de búsqueda y estudio. Mi hermano es un fanático de esta comida italiana. Aunque él es arquitecto su verdadero sueño es ser pizzaiolo. Hoy degustamos una margarita. Es una pizzería napolitana en la que sólo ofrecen tres opciones.
Bonus track
Con el estómago lleno emprendo mi peregrinación al hotel. Lo hago sin un pound en el bolsillo, con el móvil sin batería y con hora y media por delante pero me despido feliz de una ciudad que siempre me abraza. Para cerrar con buen sabor os dejo foto y enlace de una de las pizzas que hace Jaime.
Me encanta como lo has explicado todo. Y me emociono, porque os visualizo perfectamente a los dos😍😍😍
a Jorge y Jaime, no? Yo también, creo que es su quedada londinense más clásica. Ojalá puedan repetirla pronto.
Maravillosa historia de los hermanos en Londres
Muchas gracias Mariano. En My layover van a ir poco a poco apareciendo personas que seguramente conozcas 😉
Este post es una maravilla y me alegro que por fin alguien hable de que Londres es un gran lugar para comer pizza! Queremos más layovers 🙂
Muchas gracias Jaime. Estoy segura de que pronto Londres será un lugar mejor aún en el que comer pizza… 😉