He ido a Nueva York más de quince veces y nunca tengo suficiente. La historia se repite en casi todos mis layovers en Nueva York. Aterrizamos, nos alojamos en el Sheraton Times Square y salgo corriendo a una de mis hamburgueserías favoritas como la del Counter que además está a cinco minutos. Necesito energía, sé que el tiempo que tengo por delante es limitado y tengo que aprovecharlo al máximo. Como en casi todas las ciudades a las que viajo de layover el recorrido que más me gusta es perderme por su calles, curiosear tiendas, admirar sus edificios, entrar en alguno de sus museos, buscar libros y acabar el día acompañado de una buena cerveza y si me lo permiten de otra deliciosa hamburguesa. Tengo un paladar exquisito, soy coleccionista de hamburguesas y Estados Unidos es un sitio perfecto para ello, de hecho aún no he conseguido hacer una lista de las diez mejores. Necesito muchos más layovers en Nueva York para ese reto. Bienvenidos a un layover en Nueva York.
Ready, Steady and Go!
Día uno
FIRST STOP
Mi paseo empieza en el corazón de Manhattan. Tengo que decidir si zona norte o sur, si Central Park o Lower Manhattan. En este recorrido comienzo lanzándome al sur por Broadway y aprovecho para ver los musicales que se anuncian. Aunque mi preferido siga siendo el del Rey León reconozco que los mejores los he visto aquí. Nadie hace tan buen espectáculo como los americanos. El último que vi fue el de Michael Jackson, era como si lo hubieran resucitado. En mi camino aparecen el Empire State, el Flatiron y un montón de americanos que parecen salidos de una película. Permítanme decirlo, los americanos son personajes tipo. El ejecutivo agresivo con maletín hablando por el móvil, el policía con donut en mano, el afroamericano cantando rap, la modelo escuálida alimentándose de cigarrillos, etc. Todos clásicos de la gran pantalla.
SECOND STOP
Continúo este layover en Nueva York atravesando Chinatown y Little Italy e imagino lo que debió ser la mafia, no me quitó de la cabeza El Padrino 1 y 2. Ciertamente peliculones. Llego a Brooklyn Bridge, es el puente de Sipderman y de mi amiga Ana. Desde allí se ve Dumbo, una de las barrios más especiales de Brookyn y una de las puestas de sol más bonitas de la ciudad. También se ven los muelles. En el18 se rodó Splash, la película en la que Tom Hanks se enamoraba de una Daryl Hannah que no quería ser sirena, como si alguien pudiera elegir. Sigo bajando hasta Wall Street, me quedo mirando una de las tiendas favoritas de Clara, Tiffany´s. Siempre le obsequio con una foto así que puedo decir que tiene Tiffany´s de todo el mundo. Tiene mucha suerte.
THIRD STOP
Siguiendo con mi camino, me paro frente a la Bolsa, ahí sigue George Washington, impasible al paso del tiempo y un poco más adelante el toro con mil turistas alrededor esperando su foto. Entonces hago algo más turístico que ellos, mi foto del toro con ellos alrededor, tardo 10 segundos. Y por fin llego a mi destino, tengo cita en el One World Observatory. Me lo han recomendado unos compañeros de este layover en Nueva York porque según ellos ofrece una de las mejores vistas de la ciudad. No se equivocan. Desde allí contemplo la metrópolis como si fuera la primera vez. Veo Battery Park, la estatua, los barcos que cruzan el mar y helicópteros por todas partes. No se preocupen es que Nueva York es así, siempre hay una película que rodar. También veo Central Park y cómo no el Empire, el Chrysler, Harlem y barrios que ni conozco.
LAST STOP
Acabo la tarde o empiezo la noche, tomando un cóctel en el 230 Fifth. Mi preferido es el 230 Mai Tai, dulce y refrescante. Presa del jetlag en mi primer día de layover en Nueva York me arrastro hasta el hotel no sin antes parar por el Chipotle de Bryan Park. Lo nuestro es una relación de amor que se mantiene en el tiempo.
Día dos
FIRST STOP
Comienzo un nuevo día en la ciudad que nunca duerme, afortunadamente yo no soy la ciudad. Dormir está infravalorado. Bajo treinta pisos a velocidad supersónica. Me alejo de los los anuncios de Times Square, es como salir de una discoteca por la mañana. Paro en Magnolia Bakery y me hago con un café gigante. Si alguien ha viajado a Nueva York me dará la razón en que esta ciudad huele a café y Coca Cola ¡el mejor perfume del mundo!. Después de esta revelación sigo mi camino, me adentro en la quinta avenida, dejo atrás el Rockefeller, las tiendas de lujo y las mil banderas estadounidenses que decoran la calle.
SECOND STOP
Entro a Central Park por la entrada que da al zoo. No lo hago siempre pero de vez en cuando me gusta entrar aquí por saludar a los pingüinos. Me tienen conquistado. Al salir comienza otro espectáculo. Fredercick Law Olsmted y Calvert Vaux, los creadores de Central Park, consiguieron que caminar por el parque fuera como hacerlo por un cuadro. Hay lagos, praderas, colinas y hasta un castillo. Es uno de los mejores lugares de la ciudad, por eso no es de extrañar presenciar alguna pedida de mano o vivir escenas de una película como niños jugando al baseball, runners corriendo con mucho estilo, parejas remando en alguno de los lagos con patos y cisnes alrededor, etc. Insisto en que los americanos son así, en este caso personajes de una gran película llamada Nueva York. Central Park es casi una parada obligatoria para todos los que venimos de layover a Nueva York. Es nuestro ratito de paz.
El parque además cuenta con su propia banda sonora. Músicos de toda la ciudad vienen a tocar aquí, saben que el éxito está asegurado. A medida que me acerco a Strawberry Field aumentan las canciones de los Beatles. Con motivo de la muerte de John Lennon la ciudad de Napolés, como homenaje, regaló un mosaico en blanco y negro con la palabra Imagine. Miles de seguidores pasan cada día por aquí para rendirle culto.
LAST STOP
Abandono el parque para adentrarme en el Upper West Side aunque no sin antes hacerme con un perrito caliente. Soy muy seguidor de la dieta americana y es una cita que no perdono en ninguno de mis layovers en Nueva York. Callejeo y me dejo caer por alguno de sus bares. Es la happy hour y me apetece una IPA. Se respira tanta paz que es como no estar en la ciudad. El Upper West Side es un barrio tranquilo con viviendas de lujo, artistas y parques. Terminada mi pinta sigo mi camino y llego hasta el Museo de Historia Natural. Es tarde y no queda mucho tiempo ni para que cierre el museo ni para que acabe mi tiempo libre de layover así que tengo claro que sólo voy a ver los esqueletos de dinosaurios. Esto me gusta casi tanto como los pingüinos del zoo. El día acaba y mi cuenta kilómetros marca doce. Ha llegado el momento de regresar al hotel y volver a dormir. ¿He dicho ya que dormir está infravalorado?. Hasta la próxima Nueva York.
Joe tia qué ganas me has dejado de ir a Nueva York… como si no tuviera yo ya suficientes. Algún día!
Entonces puedo decir objetivo conseguido 🙂
Menudo stress, estoy agotada, jajaja ‼️😍😍
Normal, Jorge hace muchos kilómetros jaja