Saltar al contenido

Sídney en re mayor

Portada » Blog » Sídney en re mayor
Opera House Sydney. Bahía de Sídney. Clara Colorín Colorado
Ópera de Sídney.

Pelando una naranja surgió la inspiración de la que brotó el edificio más fotografiado del siglo XX. El arquitecto escandinavo miraba los gajos, los separaba y volvía a apilar tres, cuatro o cinco de ellos. A su particular juego de construcciones añadió la piel de la fruta, con ella cubrió los gajos a modo de capota y probó combinaciones hasta que se dio cuenta de que la solución se hallaba en la forma esférica. De esta naturaleza tan cotidiana Jørn Utzon creó su proyecto más importante y lo envió a concurso. Ganó gracias a Eero Saarinen, un miembro del jurado que ha pasado a la memoria colectiva por aterrizar con retraso, rescatar el proyecto de la montaña de descalificados y apostar por él hasta convencer al resto y hacerlo triunfar. Sabía que estaban ante una obra maestra. Con la suerte de popa y a toda vela Jørn Utzon firmó la Ópera de Sídney a sus 38 años y a orillas del Báltico su estudio de arquitectura comenzó a diseñar los planos. Rafael Moneo dibujó parte de ellos. Por entonces nadie imaginaba que el edificio se convertiría en logotipo de Australia y sería uno de los protagonistas de las imágenes de Fin de Año. El 20 de octubre de 1973 la capital australiana se asomaba al futuro a través de una de las obras más icónicas e innovadoras de la arquitectura, también una de las más controvertidas. Primero hubo que vencer al mar hundiendo 580 pilares en la península de Bennelong. A continuación hubo que recordar que las bóvedas se construirían como secciones de una esfera, como partes de una naranja de postre. Luego llegaron los interiores, había que rascar mil butacas más de las planteadas, lo que se tradujo en infinidad de contrariedades acústicas.

“Explicó con melodías lo que las palabras no alcanzaban a expresar”

Desde su apertura se han representado numerosas obras entre las que se incluye la última ópera de Puccini, Turandot. En torno a ella y los sombreros de Cocodrilo Dandy giró nuestra aventura en Sídney. La ilusión comenzó en la entrada al edificio, era como aparecer en Nochevieja, y explotó cuando nuestras neuronas danzaron al ritmo que marcó el genio de Lucca. Con las primeras notas musicales nos transportó a Oriente y, haciendo uso de todos los tópicos que tenemos almacenados en nuestro disco duro, explicó con melodías lo que las palabras no alcanzaban a expresar. En fa sostenido reveló el carácter de la princesa Turandot, que en venganza por su abuela imparte justicia acorralando a sus pretendientes con tres acertijos, el  desacierto se paga con la muerte. Su voz acuchilla y dispara, pocas sopranos en el mundo pueden interpretar este papel. Hasta que un día aparece Calaf y pone el mundo de Turandot patas arriba. Al final del tercer acto tiene lugar el aria más famosa de la ópera: Nessun Dorma. La canción avisa del triunfo del amor previo a que ocurra. Puccini logra este efecto usando re mayor, una melodía que tenemos grabada desde que Beethoven la escribió en el Himno de la Alegría. Y, cante quien cante, en nuestra mente brilla inmortal Pavarotti. No habrá otro Calaf como él. Hay instrumentos de cuerda y una voz que a medida que avanza se hace más fuerte. “Mira las estrellas que tiemblan de amor y esperanza”. Más de mil espectadores sobrecogidos por un mismo sentimiento. Éramos uno sintiendo cómo esas moléculas de emoción invadían nuestro cuerpo, el superpoder de la música.

Bahía de Sídney.

Sídney a vista de pájaro

La capital australiana es una ciudad joven de poco más de doscientos cincuenta años. En ese tiempo ha vivido hambrunas, una fiebre del oro e incluso la celebración de los Juegos Olímpicos. Fue el descubrimiento del oro cerca de Bathurst lo que propició su crecimiento. Se fundó la universidad, se instalaron las primeras farolas y mejoró su red de transportes llegando a tener la segunda línea de tranvías más extensa del imperio británico. Sídney, hoy es una de las metrópolis más bellas del mundo. Una ciudad relajada, con personalidad propia, un sabor que refleja su multiculturalidad y playas de arena blanca con olas vibrantes. La piscina Bondi Icebergs es uno de los lugares favoritos de los nadadores. Cruzamos Sydney Harbour Bridge entre sombreros marrones de ala ancha, aborígenes e infinidad de japoneses. Avistamos rascacielos de vidrio y acero, templos góticos y zonas residenciales con toques victorianos. A vista de pájaro sigue siendo la Ópera de Jørn Utzon la estrella de la bahía. Arquitectura que empuja a embriagarse de la música y estrenar la realidad igual que una hoja en blanco. Abrir las alas arrojándonos a la fantasía hasta volvernos pájaros. Al fin y al cabo en esta isla surgieron las primeras aves cantoras, la inspiración de la que nació la música.

A continuación podéis encontrar los tres acertijos de Turandot, os animo a probar suerte

  1. “En la oscura noche vuela un fantasma iridiscente. Se eleva y despliega las alas sobre la negra e infinita humanidad. Todo el mundo lo invoca y todo el mundo lo implora, pero el fantasma desaparece con la aurora para renacer en el corazón. ¡Y cada noche nace y cada día muere!”.
  2. “Surge como una llama, y no es llama. Es a veces delirio. Es fiebre de ímpetu y ardor. La inercia lo torna en languidez. Si se pierde o mueres, se enfría. Si anhelas la conquista, se inflama. Tiene una voz, que escuchas palpitante, y del ocaso, el vivo resplandor”.
  3. “Hielo que te inflama y con tu fuego aún más se hiela. Cándida y oscura. Si libre te quiere, te hace más esclavo. Si por esclavo te acepta, te hace rey”.

4 comentarios en «Sídney en re mayor»

¡Comparte tu opinión! Me encantará leerla.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.